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  • Foto del escritorJesid A. Díaz

Una carta abierta al evangelicalismo

Querido evangélico,


Escribo esta breve carta buscando considerarme lo que soy: Uno de ustedes. Como evangélico, entiendo un poco como el "sistema" dentro de la iglesia se mueve. Desde que tengo memoria, desde que puedo hablar e incluso antes, he sido formado en las faldas del evangelicalismo. Aquí quiero compartir contigo mis pensamientos, los pensamientos de un joven evangélico que ama a sus consiervos (de hecho, son la principal razón por la que escribo regularmente en este blog, y en Facebook).


Primero, ¿no considerarías hacer un compromiso absoluto, radical, con Cristo? No digo que no estés comprometido con él, y tampoco que algunos no vivan este compromiso radical. Más bien, mi invitación es a reconsiderar la razón por la que somos cristianos: Jesús. Yo tengo 19 años, y he sufrido cerca de cuatro crisis de fe. En las más difíciles, he llegado a rogarle al Señor que me prive de la vida antes de que yo llegue a perderlo a Él. No hago esto como un tonto e ingenuo intento de "manipulación" a Dios. Lo hago porque creo que no puedo vivir como cristiano sin considerar a Cristo como mucho más excelente que a mi propia vida. No me pongo a mí mismo como un ejemplo de vivir radicalmente el cristianismo: ¡Seguramente soy el menos indicado para eso! Pero si algo sé, es que los evangélicos necesitamos re-pensar la Cruz; repensar a nuestro Dios Crucificado. Y este pensamiento debe ser una bomba sin precedentes en nuestra vida; debe ser como un amanecer luego de décadas en penumbras. Debe ser para volver a mirar al dulce Jesús que nos ha salvado. Así que, amado amigo, ¿no considerarías volver a un compromiso radical con Jesucristo?


Segundo, quiero que sepas que sé que es difícil. Como dije, soy un adolescente-joven de 19 años, así que sé lo tentadoras que pueden llegar a ser las pasiones juveniles; sé que probablemente sientas que tienes la razón la mayoría de veces, o que seas imprudente sin desearlo, o que sufras de arrogancia y luches contra eso. También sé qué se siente tener problemas de autoestima; lo que se siente llorar solo por no estar satisfecho contigo mismo o con lo que has logrado. Lo sé, y lo hago porque también he pasado por eso. Y amigo, mi hermano, si estás sufriendo de esta forma, yo sufro contigo. Creo que cuando nos acercamos al Trono de Dios en oración, nos acercamos sin importar nuestras diferencias, identificándonos mutuamente en nuestro dolor con el dolor de Jesús. Es difícil, y la noticia que quiero darte es que será más difícil con los años. No te preocupes, sin embargo. Nuestro gran Dios ha decidido caminar con nosotros el largo valle de lágrimas y dolor que es este mundo, y lo ha hecho porque te ama de una forma que trasciende absolutamente toda nuestra comprensión.


Sé que me dirigí antes principalmente a los jóvenes evangélicos, pero si hay algún adulto que lee esto, también me quisiera dirigir a él: Gracias por tu fidelidad al Reino. La vida cristiana es compleja, y seguramente has vivido tentaciones y problemas que yo como joven no puedo alcanzar a comprender. Pero eres fiel. Dios te bendiga por eso. Además, me gustaría pedirte un favor. ¿Podrías ser un poco más paciente con los jóvenes cristianos? Entiendo que podemos ser exasperantes, tercos y arrogantes, pero Dios los ha elegido a ustedes para formar a la próxima generación de cristianos, para educarlos en Su Palabra. Si te sientes cansado, me gustaría animarte, querido hermano.


Tercero, y esto es para todos, ¿qué sucede contigo en redes sociales? Es demasiado increíble para mí cuán odiosos podemos llegar a ser en discusiones con desconocidos por redes. ¿Te has detenido a preguntarte qué pueda sentir tu interlocutor, cuando lo insultas o menosprecias? Es tu hermano en Cristo, un redimido santo y elegido por Dios. ¿Cómo osas atacarlo? O en tus interacciones con incrédulos por redes. Es tu prójimo, ¿acaso has olvidado que el Nazareno le prohibió a Pedro defenderlo con espada?


Cuarto, entiendo que te sientas atraído por diferentes denominaciones cristianas e incluso por el ateísmo. Es normal, en el pasado yo también me sentí atraído por diferentes denominaciones, como el presbiterianismo, el catolicismo romano, la ortodoxia oriental, etc. Mi propio viaje teológico no me ha llevado a ninguno de esos lugares, pero te animo a que tengas tu propia experiencia teológica. ¡Es fascinante lo que puedes llegar a aprender con el tiempo! Pero antes de tomar cualquier decisión consulta con tus líderes espirituales, maestros o amigos sabios y espiritualmente maduros. Sé que no nos conocemos, pero siempre puedes escribirme a través de la página de Facebook, y con gusto dialogaré contigo sobre tus dudas.


Quinto, ¿no te gustaría comprometerse intelectualmente con Cristo, de forma radical? No sometas las Escrituras a tu forma de pensar; ¡somete tu forma de pensar a las Escrituras! No te dejes llevar por vanas filosofías humanas, ni por teologías supuestamente "sociales", pero que solo esconden un puñal oxidado contra el Cristianismo. No cometas el error de pensar que tu cristianismo es tan flexible que es compatible con cualquier filosofía o teología. En otro contexto, bien ha dicho nuestro Fundador: Amplio es el camino que lleva a la perdición, ya angosto el de la vida. Creo que el espíritu de estas palabras puede aplicar igual acá.


Finalmente, déjame compartir un sueño contigo. Este sueño se lo he contado al Padre en varias ocasiones. Mi sueño es un Cielo abierto: La reconciliación definitiva de todas las divisiones, el perdón total por nuestras heridas y transgresiones. Es agotador pelear tanto entre nosotros, aunque a veces puede ser necesario; pero mi sueño es un cielo donde católicos y protestantes, ortodoxos y orientales, analíticos y continentales, ejecutor y ejecutado, ladrón y banquero, prostituta y reina, amo y esclavo; todos se abracen con amor y perdón, alegría y devoción. Todos los que han creído en Cristo, no importa sus errores en vida. Para ser justos, uno pensaría que esta es la imagen clásica del cielo. Pero no parece la imagen mental que muchos han introyectado del Cielo, donde los que no estén de acuerdo con un esquema particular de creencias serán condenados. Creo en el infierno y en la condenación eterna, pero también creo que todo nuestro equipo doxástico teológico no es crucial en cuanto a la salvación. Como predicaron los primeros discípulos del Mesías judío: "Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo". De hecho, si tener todas las creencias verdaderas fuese un requisito para ir al cielo ¡entonces sería un lugar muy solitario! ¿No te gustaría compartir mi sueño, querido hermano? Si lo haces, te invito a vivir acorde a él. No menosprecies ni subestimes a tu prójimo. Si no lo haces, no tengo intención de persuadirte; esto es el anhelo de mi corazón, y como tal no es vinculante para nadie más.



Finalizo con esto, amigo o amiga. Te amo. El Señor te ama. Ánimo. Lucha la buena batalla, no desfallezcas, sé fuerte en Cristo. Y vive. Vive en plenitud, porque no hay otra mejor forma de vivir.


Con una esperanza inquebrantable,

Jesid.


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