Haciendo eco de Alvin Plantinga, sería bueno recordar que el cristiano tiene tanto derecho a sus opiniones prefilosóficas como otros tienen a las suyas. No tiene que intentar [necesariamente] primero probarlos a partir de proposiciones aceptadas por, digamos, el grueso de la comunidad filosófica no cristiana.
Los filósofos cristianos pueden, y tal vez deban, trabajar con sus propias preconcepciones filosóficas sin depender de la aceptación del resto de la comunidad filosófica. Al final del día, las preocupaciones de los filósofos cristianos no suelen ser idénticas al del resto de filósofos.
Con esperanza,
J.
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