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  • Foto del escritorJesid A. Díaz

Introducción al Arminianismo

FACTS –


Facultados a creer – Como bien se indica, los arminianos y los calvinistas están de acuerdo en la total incapacidad inherente del ser humano para buscar o querer por sí mismo la belleza de Cristo o el Evangelio. Más bien, siguiendo el testimonio de las Escrituras, afirmamos que el Espíritu Santo nos habilita a creer en Jesucristo, como reclaman su deseo de salvación universal (Hechos 17:30, “Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan”) y la atracción divina, sin la cual nadie vendrá al Padre (Juan 6:44, “Nadie puede venir a mí si no lo atrae el Padre que me envió”). El testimonio de la Sagrada Escritura es consistente entre sí, porque enseña, siendo fiel al deseo divino de salvación universal y a la necesidad de gracia habilitante, que “Y yo, cuando sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí” (Juan 12:32). De esta forma, ante un mundo cegado por las tinieblas del infierno y su propio pecado, el Cordero de Dios se presenta como “Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo” (Juan 1:9). La diferencia crucial entre los arminianos y los calvinistas es si esta habilitación divina puede ser rechazada o no. Los calvinistas creen que no, dado que se aferran a lo que llaman “gracia irresistible” o tal vez más eufemísticamente como “llamado eficaz”. Esto, sin embargo, contradice la Palabra de Dios, que reconoce la resistibilidad de la gracia. De lo contrario, textos como Juan 12:32 implicarían el universalismo, algo inaceptable para los calvinistas clásicos. Además, más directamente, la Biblia afirma que las personas constantemente resisten a Dios (Hechos 7:51, “¡Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros resistís siempre al Espíritu Santo; como vuestros padres, así también vosotros”: Lucas 7:30, “Mas los fariseos y los intérpretes de la ley desecharon los designios de Dios respecto de sí mismos, no siendo bautizados por Juan”).


A todos expiación – Una divergencia importante entre los calvinistas clásicos y los arminianos es la discusión sobre la extensión de la aplicabilidad de la expiación. Una vez más, se enfatiza el carácter amoroso de Dios según lo revelado en Jesucristo, “que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 Pedro 3:9), y “el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad” (1 Timoteo 2:4). Es probable que no haya enseñanza más inequívoca y claramente anunciada en el Nuevo Testamento que el deseo de salvación universal de Dios, declarando que “él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo” (1 Juan 2:2), y el rol de Jesús como agente de salvación que es “el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29). Sin embargo, la efectividad del sacrificio universal de Cristo está condicionado a la fe, lo que se establece explícitamente en Juan 3:16, 18 que dice “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”…, “pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios”. La dualidad de salvación/condenación en estos pasajes es tan directa, que solo la mejor de las acrobacias mentales podría evitar su significado natural. Los calvinistas, como es natural, tienen sus respuestas a estos pasajes, algo en lo que no me puedo detener. No obstante, debería ser ilustrativo el hecho de que cada vez más son los calvinistas que abandonan la expiación limitada, justamente por la fuerza concluyente del Testimonio de Dios.


Condicional elección – Los arminianos suelen concebir la elección de dos formas: Individual o corporativa. En un sentido operativo, la Elección Corporativa reconoce la participación individual condicional de sus miembros, como también reconoce la Escritura en Efesios 2:8 – “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios”. 2 Tesalonicenses 2:13 también asume esta idea, al decir que “Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros, hermanos amados por el Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad[1]. O lo que dice Juan 14:21, “El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él”. Esto, por supuesto, solo es una extensión de todos los aspectos que involucra la salvación en el Nuevo Testamento, como la justificación por fe (Ro. 3-4, Gál. 3), la adopción como hijos de Dios por fe (Juan 1:12, “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”), y santificados por la fe (Hechos 26:18, “para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados”). Brian Abasciano comenta:

Más directamente, Efesios 1: 4 luego indica explícitamente la condición de la elección específicamente con la frase "en él [Cristo]": "él [Dios] nos escogió en él antes de la fundación del mundo". Así como Dios, al bendecirnos en Cristo con toda bendición espiritual, indica que Dios nos ha bendecido porque estamos en Cristo (Efesios 1: 3), así Dios, al elegirnos en Cristo, indica que Dios nos eligió por nuestra unión con Cristo (Efesios 1: 4). Efesios 1: 4, por lo tanto, articula la elección condicional, una elección que está condicionada a la unión con Cristo. Pero el hecho de que la unión con Cristo esté condicionada a la fe en él hace que la elección también esté condicionada a la fe en Cristo.

¿Es individual o corporativa la elección? Los arminianos clásicos sostienen que la elección es individual, según la presciencia. Los arminianos no clásicos sostienen una elección principalmente corporativa, secundariamente individual. Mi propia persuasión es del segundo tipo, por varias razones. Aquí solo considere el llamado Argumento de Continuidad: El Antiguo Testamento enseñó la elección de Israel como parte del pueblo de Dios. El Antiguo Testamento, de hecho, afirmó una elección del pueblo de Israel, una elección corporativa. Esto reconoce la participación individual de algunos agentes, que se incorporaban al pueblo de Israel. Así, pues, la posición natural, manteniendo todas las cosas iguales, es que no hay un cambio en la forma de la elección del Antiguo al Nuevo Testamento, a menos que se indique lo contrario. Pero ¿hay indicaciones en el Nuevo Testamento de que la elección pasó de ser corporativa a individual? La respuesta es No, dado que las referencias novotestamentarias de la elección son todas en contextos y lenguaje corporativos. Las posibles excepciones a esto son discutibles, y de hecho no contradicen la elección corporativa en el Nuevo Testamento tanto como la adición de algunos individuos a Israel en el AT no contradice la elección de Israel.


Total depravación – En este punto los arminianos y calvinistas estamos de acuerdo: El hombre es totalmente inhábil, por sí mismo, de buscar salvación. La Biblia enseña que los hombres son fundamentalmente corruptos de corazón, a diferencia de su estado de original creación (Jeremías 17:9, “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?”). Además, se habla de nuestra muerte en pecados contrastando con la vida que nos fue otorgada por Dios, como dice Colosenses 2:13 - “Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados”. La relación aquí es clara: Debido a que estamos muertos en pecados, es Dios mismo quien extiende la salvación a los hombres. Si esto es poco, tenemos la generalización que hace el apóstol Pablo para los fines de la humanidad: “Como está escrito: No hay justo, ni aun uno. No hay quien entienda, no hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno” (Romanos 3:10-12). Si bien este pasaje habla en términos fácticos en lugar de sus capacidades, hay que reconocer que es difícil darle sentido al pasaje si es que no habla de un resultado producto de la caída. Si esto es poco, encontramos una fuerte declaración sobre tal imposibilidad en Juan 6:44 – “Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere”.


Un punto de diferencia, no obstante, es sobre lo que significa estar “muertos en pecados”. Algunos calvinistas lo ven como una referencia (o al menos una analogía) al estado de un cadáver físico. El problema más obvio con esto es que las Escrituras mismas nunca le atribuyen tal especificidad a la muerte espiritual. Sin contar el hecho casi obvio de que el cuerpo físico y el alma espiritual son sustancias distintas. ¿Por qué, entonces, pensar que ambas tienen el mismo significado de “muerte”? De cualquier forma, tal vez el problema más acuciante para esto es que la Biblia atribuye propiedades a los muertos en pecado que no son análogas a los cadáveres físicos. Por ejemplo, Ben Henshaw hace la observación de que los muertos espirituales resisten al Espíritu Santo, ¡pero nunca has visto a un cadáver físico resistirse a algo!


Seguridad en Cristo – Increíblemente, yo como arminiano creo que la Seguridad en Cristo proporciona más seguridad de salvación que la Perseverancia de los Santos calvinista. Abasciano define la Seguridad en Cristo como la aseveración de que “la salvación de una persona es segura mientras esté en Cristo, es decir, mientras crea/confíe en Cristo y, por lo tanto, permanezca en unión de fe con Cristo”. Los arminianos difieren entre sí sobre si es posible que, una vez siendo salvado, alguien puede dejar de serlo. Mi opinión es que, de hecho, sí es posible la apostasía real. Ahora bien, la verdad de la Seguridad en Cristo se deriva del condicionamiento de la salvación mediante la fe y el condicionamiento de la condenación por la incredulidad. Vea el punto ilustrado en Ezequiel 33:13-19,


Cuando yo dijere al justo: De cierto vivirás, y él confiado en su justicia hiciere iniquidad, todas sus justicias no serán recordadas, sino que morirá por su iniquidad que hizo. Y cuando yo dijere al impío: De cierto morirás; si él se convirtiere de su pecado, e hiciere según el derecho y la justicia, si el impío restituyere la prenda, devolviere lo que hubiere robado, y caminare en los estatutos de la vida, no haciendo iniquidad, vivirá ciertamente y no morirá. No se le recordará ninguno de sus pecados que había cometido; hizo según el derecho y la justicia; vivirá ciertamente. Luego dirán los hijos de tu pueblo: No es recto el camino del Señor; el camino de ellos es el que no es recto. Cuando el justo se apartare de su justicia, e hiciere iniquidad, morirá por ello. Y cuando el impío se apartare de su impiedad, e hiciere según el derecho y la justicia, vivirá por ello.

Ideas similares rodean el resto de la Escritura, por ejemplo, 2 Timoteo 2:12 – “Si sufrimos, también reinaremos con él; Si le negáremos, él también nos negará”; Romanos 8:13 – “porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis”. Los casos de Hebreos, tan controvertidos como pueden ser, también son igual de francos. Hebreos 2: 1-3 enseña: “Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos… ¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? La cual, habiendo sido anunciada primeramente por el Señor, nos fue confirmada por los que oyeron”. Esto otorga seguridad de salvación porque la firmeza de las promesas es la fidelidad misma de Dios. Si le somos fieles, Él será fiel. Pero si le negamos, Él nos negará. Como lo veo, unas promesas basadas en la unión con Cristo, una unión verificable y llamada a verificar (1 Pedro 1: 6-7; 2 Corintios 13:5), es una base mucho más fácil de inspirar seguridad que un decreto misterioso antes de que se formaran las estrellas y los pensamientos de los hombres.


[1] Breve nota técnica: Es probable que la frase preposicional (“mediante la santificación del espíritu y la creencia en la verdad”) como una modificación del verbo “eligió”, aunque por supuesto, no lo exige. La plausibilidad de esto se da al reconocer que las frases preposicionales con mayor frecuencia, en igualdad de condiciones, modifican los verbos.

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